Por Juan José Mocciaro
El anuncio de un matutino de nuestra ciudad
invitaba a un Circuito Turístico, a realizarse un domingo a las 16. El lugar de
encuentro era Salta y Riccheri. Estaba a cargo del arquitecto José Jumilla, que
acostumbraba a realizar estos recorridos. Era una gran oportunidad para
recorrer “Pichincha” y saber de sus misterios.
El relato comenzó así: a principios de la década
de 1910 se establecieron entre las calles Pichincha (hoy Riccheri) y Suipacha,
desde Salta a los paredones del ferrocarril las llamadas “casas de tolerancia”.
Pero no solo había prostíbulos en el barrio,
también existió una infraestructura de apoyo. Entre 1913 y 1914 se construye un
teatro picaresco, el “Teatro Casino”, ubicado en la esquina noroeste de
Riccheri y Jujuy, con una platea de 600 asientos con posavasos, 8 palcos
reservados y 200 tertulias. En la misma esquina, pero sudoeste, funcionó otro
teatro, llamado “Varieté Avenida” o “Varieté de Doña Julia”. Había, además, una
casa de juegos en Riccheri 127, una sinagoga en calle Güemes entre Riccheri y
Suipacha, por la cantidad de chicas judías y polacas residentes. Muchas de
ellas están enterradas en el Cementerio de Granadero Baigorria en un apartado
especial entre murallas.
Para mantener el orden, la Comisaría 9ª. en Salta
entre Ovidio Lagos y Riccheri. También acompañaban esta urbe, comedores,
parrillas, dispensarios, donde se ofrecían espectáculos musicales, entre ellos
actuaron Carlos Gardel y Enrique Caruso.
Toda esa área era tranquila hasta las cinco de la
tarde y a partir de esa hora todo se transformaba en un gran movimiento hasta
la madrugada. Tenía el aspecto de ser día durante la noche.
En plena época de esplendor se podía encontrar más
de dos mil mujeres de varias nacionalidades “trabajando”, resultando las más
solicitadas las de origen francés, muchas de ellas llegadas engañadas por
trabajo o simple cuento amoroso. Existían “galanes” pagados por la mafia, que
recorrían distintos países con ese fin.
El más importante era el “Madame Zafo” (Riccheri
entre Güemes y Brown), con una fuente de agua perfumada y una calesita donde se
encontraban las mujeres, todas francesas, en exhibición a la visita de la
distinguida clientela. El barrio llegó a figurar en las guías mundiales de
turismo, confeccionadas en Estados Unidos y en Francia.
Por ese entonces la actividad era legal, los
muchachos esperaban curiosamente cumplir los 18 años y tener su libreta de
enrolamiento para concurrir.
En estos “lugares de
reunión” se resolvieron muchos de los problemas políticos municipales y
santafesinos, se eligieron muchas de las candidaturas y cargos políticos. No
por casualidad el “Madame Zafo” era llamado también la “casa del gobernador”.
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