Por Paquita Pascual
¡Qué difícil se me hace rescatar de mi
atormentada niñez recuerdos felices! Pero sí, hubo un episodio en que mi
nostálgica memoria invade de ternura mi alma.
En tiempos de guerra era muy difícil que a un
niño se le compraran juguetes. Tampoco al niño se le hubiera ocurrido pedirlos;
pero a mí me volvía loca un diábolo.
Ese dichoso juguete consistía en dos círculos
de goma de distintos colores unidos por un aro de metal, una soguita muy fina y
dos palitos.
Lo había visto en el recreo de mi escuela, donde
unas niñas que no eran de mi grupo jugaban con el. Mi exagerada timidez me
impedía pedirles que me lo prestaran. Así que mi pequeña figura se sentaba en
un banquito y observaba como el taco era lanzado al espacio con un palito y con
el otro lo rescataba.
Posiblemente lo había comentado en casa o la
increíble intuición de mi madre lo percibió. Pero un día, al volver del colegio,
mamá con esa ternura que tienen todas las madres me dijo: “Hazte la cama que no
tuve tiempo de hacerla”.
No me extrañó el mandato, pues otras veces lo
había hecho; pero cuál fue mi sorpresa cuando al levantar la almohada descubrí
una caja rectangular. No quería abrirla, me temblaban las piernas. Sabía lo que
había… Sí, allí estaba ese maravilloso juguete que tanto deseaba.
Hoy lo recuerdo y se me eriza la piel. ¿Cuantos
días sin comer su pan habrá pasado mi madre? Eran épocas de racionamiento.
Ese maravilloso recuerdo me hace pensar que sin pan puedes vivir, pero
no sin amor; y ¡yo fui criada con mucho amor!
¿Entenderían los niños de estas últimas generaciones el significado de tus palabras? Tuve una madre así, tu relato me lleva lejos hacia aquel tiempo donde no entendía el porque no podía tener lo que otros si. Pero tuve mucho amor...
ResponderEliminarGracias, Un abrazo.
El amor nos hace "grandes". Es el mejor legado que nos pueden dejar y que nosotros podemos dejar a los nuestros!
ResponderEliminarImposible medir el amor de una madre. Lo demostrás en tu tierno relato.
ResponderEliminarCariños
Susana Olivera
Si una madre es capaz de esos sacrificios por un juguete para su hija, es imposible imaginar de lo que es capaz frente a un hijo enfermo, no? Cariños. Ana María.
ResponderEliminarLa mejor herencia es el amor, y a vos te dejaron una gran riqueza. Qué orgullo !!! Cariños
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