martes, 2 de septiembre de 2014

Anécdotas musicales II (*)

Por Luis Zandri 

Desde agosto de 1959, cuando tenía 15 años hasta 1964, integré una orquesta llamada “Wilton Jazz”, compuesta por ocho integrantes: el director en trompeta, dos saxofones, trombón a vara, batería, piano y yo en contrabajo y luego en bajo eléctrico. Por esos años, se realizaban bailes en muchos de los clubes de Rosario y también en toda la provincia de Santa Fe. Así es que sábados, domingos y vísperas de feriados recorríamos Rosario y los pueblos y ciudades de la Provincia para actuar en dichos bailes.
En el interior actuábamos muchas veces en bailes de conscriptos a comienzos del año, dedicados a los muchachos del pueblo que iban a cumplir con el servicio militar y también en bailes de “15”, que se realizaban generalmente en primavera, donde homenajeaban a todas las chicas que en ese año cumplían los 15; es decir, era la presentación en sociedad de todas ellas.
En ocasiones eran bailes donde se elegía a la reina de algún cereal o forrajera u otro cultivo del cual esa localidad era considerada su “capital”. Por ejemplo, en Firmat, la reina del trigo; y en Fighiera, de la papa.
Debuté en esa orquesta el 1° de agosto de 1959 y durante todo el mes, los días jueves, sábados y domingos actuamos en el “Cifré”, un night club ubicado en la esquina de Santa Fe y Sarmiento, en la ochava suroeste, en el subsuelo del edificio donde más adelante estaría el City Bank.
Era un local extenso y de gran categoría. Tenía do amplios salones de baile. En el Salón Blanco, llamado así por estar revestidas sus paredes y columnas en mármol blanco, actuaban las orquestas llamadas “típicas”; o sea, las que se dedicaban al tango. Durante ese mes de agosto de 1959, lo hizo la de Luis Chera.
En el otro salón, que sería el principal, la orquesta llamada de “jazz”, pero en realidad era la que tocaba todos los temas musicales y ritmos que estaban de moda, por ejemplo: Cha-cha-cha, Merengue, Pachanga, Rock and Roll, Twist, Baion, Fox-Trot, Bossa Nova o Samba brasileros, Rumba y también temas de jazz.
Entre los temas musicales podemos citar: “La Bamba, “Brasil”, “El Rulito”, de Bill Halley (primer rock and roll conocido por nosotros), “El Orangután”, temas en ritmo de charleston, que estuvo de moda en los años 30 en los Estados Unidos y aquí en la década del 60, de Glen Miller como “Serenata a la luz de la luna”, “Collar de Perlas”, “Empalme Tuxedo” y muchos más.
En cuanto a los detalles del local, tenía un lujoso mostrador de mármol en el bar, sostenido por querubines de bronce. Toda la bandejería y vajilla eran de plata, sus paredes estaban decoradas con pinturas realizadas en lienzos, luciendo también hermosas arañas para la iluminación. Las sillas eran de madera con altos respaldares y tapizadas en pana roja, y por supuesto la mantelería también era de fina categoría.
Los músicos, en los lapsos de descanso de la noche, cuando tocaba la otra orquesta, solían bailar, pero allí no podían porque lo tenían prohibido. Existían unas habitaciones para que se mantuvieran en ellas descansando o comiendo.
Para mí, con mis 15 años y siendo la primera vez que me encontraba en un lugar así, era todo novedoso, y estaba observando y absorbiendo con avidez. Estaba un poco nervioso, con recelo, como en guardia, por estar en un ambiente poco iluminado y milonguero cien por ciento, donde concurrían algunas figuras conocidas de la noche rosarina.
Ese fue el último mes que estuvo habilitado el “Cifré”, ya que el último domingo cerró sus puertas. No recuerdo si después se instaló el Citi Bank o antes lo había hecho otra empresa.
La noche del último baile fue un caos, ya que como era la despedida, los concurrentes se llevaban todo lo que podían como recuerdo; así que manteles, vajilla, ceniceros y hasta las pantallas de las arañas eran presa de la rapiña.
Meses después, el director de la orquesta me invitó a ir al mismo local a curiosear un poco, ya que tenían todo preparado para el remate que se realizaría unos días después.
Y, así, terminó el último capítulo de un lugar emblemático del centro rosarino, el nigh club “Cifré”.


(*) El 26 de mayo, ya habíamos publicado la primera historia de esta zaga: Anécdotas musicales

3 comentarios:

  1. El Cifré fue un icono en la noche rosarina, cuanto lujo te tenía, yo baje en los 70 y era un depósito del edificio, aún así conservaba parte de su esplendor.
    Buen recuerdo amigo.
    Un abrazo.

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  2. ¡Cuántos recuerdos con los temas que mencionás... La Bamba, El orangután, Serenata a la luz de la luna... Cómo odiábamos "La típica". Pensar que ahora amo el tango... Muy vívido tu relato.
    Susana

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  3. Nací en 1950 y cuando comencé a ir a los bailes el Cifré ya no existía pero al igual que Luis Molina pude conocerlo ya convertido en depósito y logré imaginar lo que fue en su tiempo.

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