martes, 23 de septiembre de 2014

Primavera

Por Nilda R.Tuan

Setiembre, primavera, estallido de la naturaleza, brotes, colores por doquier.
Hago una relación con la adolescencia y juventud; pero que se puede trasladar a la madurez, ya que se siente, a través de todos los sentidos, la llegada de esta estación, sin importar edades.
Y aparece la etapa de mi vida de los quince a diecisiete años.
¡Mis quince años! No quise fiesta. No tenía muchos amigos, pero había logrado, cursando el tercer año comercial, compañerismo y amistad entre la minoría de mujeres y la mayoría de varones; a través del tiempo, “los chicos del Comercial”.
No había competencia. Ellos hacían las averiguaciones. Si saldríamos de excursión, organizaban “los asaltos” en alguna casa, en San Lorenzo, sede del único Colegio Nacional.
Por supuesto, en el lugar de la reunión, se encontraban presentes los padres dueños de casa. Por lo general, las mujeres nos encargábamos de elaborar gustosamente los comestibles. La música con tocadiscos, era el rock, que a pesar de no ser tan habilidosos, nos defendíamos bien bailando, imitando lo visto en películas.
Al terminar, a veces nos venía a buscar en colectivo algún padre; pero no lo hacíamos muy tarde. Nos sentíamos protegidas también por nuestros compañeros.
¿Y los picnics para el día del estudiante? Solicitaban permiso, creo, las autoridades del colegio, para realizarlos en el espacio libre, especie de camping, club del Batallón Arsenal en Fray Luis Beltrán. Me parece que había una cancha de fútbol, tenis y una pileta, que no estaba habilitada en ese tiempo. Había una gran arboleda y caminos. No se podían dañar los árboles ni llevar cámara fotográfica.
Era bastante numerosa la concurrencia de jóvenes y se iban formando grupos entre los conocidos. Los encargados de hacer el asado eran los varones. Casi siempre mientras lo preparaban comíamos sándwiches y bebíamos gaseosas. La mayoría de las veces el plato principal salía crudo adentro y quemado por fuera. Aún así era divertido.
Después de “almorzar” nos acercábamos a una pista de baile, pero algunos no nos quedábamos mucho tiempo y seguíamos paseando.
Con Martha, pasamos en el mismo turno, a la sección anexa normal, cursando el cuarto y quinto año con alrededor de treinta y cinco mujeres .Cada tanto, organizábamos “asaltos” para recaudar fondos pro- viaje de estudios, que en esa época aún no era Bariloche. Pero, finalmente, nunca lo realizamos.
Esas reuniones eran más abiertas, con tarjetas de invitación, en salones prestados y con bastante concurrencia. Cambiaba el objetivo y entonces no se disfrutaba como antes.
Solo rescato como muy positivo el conocer a un joven de Rosario, que por un tiempo nos acompañamos en esos asaltos, incluso en el baile de graduación. Pero, hasta ahí nomás. Evidentemente, con diecisiete años, éste para mí, primer enamoramiento, no prosperó. Pero sí, reitero, guardo un grato recuerdo.

9 comentarios:

  1. Nilda, qué hermosa época y qué sanamente vivida. Hermoso relato. Cariños. Ana María.

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  2. La adoldescencia... hermosa etapa de nuestras vidas, tan llena de ilusiones y tan disfrutada. Hermoso tu recuerdo.
    Susana Olivera

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    1. Parece que hoy puedo responder, gracias por tu comentario.Cariños

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  3. Hola Nilda, es hermoso y muy sentido tu relato!!! . Qué lindo es rememorar lo que hemos pasado hace unos pocos años, la diferencia conmigo es que fui a escuela de señoritas . Gracias por compartirlo. Cariños. Susy

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    1. M e alegra que te gustó y pudiste comentar( a veces no se logra).Cariños.

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  4. Que lindo tiempo y que recuerdo tan de una época donde se respetaba y enamorarse era muy romántico.
    Me encantó.
    Un abrazo.

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  5. GRACIAS, me alegro que te haya gustado.Otro abrazo.

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