Por María Rosa Fraerman
La vieja casa, testigo de vivencias de tres generaciones
donde mi abuela peinaba sus primeras canas, mi madre batía sus cabellos para
darle más volumen y yo, con mi rubias trenzas despeinadas, nos vimos reflejadas
en el mismo cristal de los espejos empañados de humedades, mientras que con mi
dedo dibujaba utopías.
Busco en la transparencia huellas del tiempo, atravesando
recuerdos de un ayer no muy lejano.
Abro la ventana para que se colme de luz de los amaneceres,
buscando las huellas repaso mi lista de recuerdos de puños apretados, rabias
contenidas y alegrías de a ratos.
¡Oh! Cruel espejo quiero atrapar los momentos antes de que
se desvanezcan y esa extraña metamorfosis que la realidad me devuelve.
Hoy tan solo eres el reflejo de mil días
olvidados.
Muy significativo todo lo que decís sobre los espejos. Me gustó mucho. Cariños. Ana María.
ResponderEliminarMe llegó como un momento literario más que una historia. Muy bello. NORA
ResponderEliminarQué imágenes hermosas... Me encantaron. Pueden integrar una historia de esas tres generaciones.
ResponderEliminarCariños
Susana Olivera
Que bello amiga, me da gusto que vuelvas a escribir como lo hicieras otrora. Tu eres poesía.
ResponderEliminarUn gran abrazo.