viernes, 12 de septiembre de 2014

Rastra, bombacha y botas‏

Por Norma Azucena Cofré

En la cordillera, zona agreste y fría, vivía Balsamino, un hombre muy especial, chileno de nacimiento, lindo hombre, buen porte, tez muy blanca y pecosa.
Comerciante nato, prepotente, dominante, enamoradizo. No dejaba polleras sin que se enredara en ellas, de las cuales tuvo tres hijos.
Se dedicaba a la cría de ganado bovino, ovino y caprino. Manufacturaba sus carnes haciendo charquis, curtiembre de cueros, hilado de lanas de oveja y chivos. Vendía o hacía trueque por aguardiente y demás productos de su interés para hacer la misma operación aquí en Argentina.
Cecilia, su mujer, también chilena, no era tan agraciada, pero tenía porte. Era perfecta para él: humilde, sumisa, condescendiente.
Tuvieron siete hijos entre mujeres y varones. Los varones trabajan con el padre y las mujeres con la madre.
¿Por qué Balsamino era especial? Cuando traía una de "sus" amante a la casa, llamaba a la Cecy y le decía: “Prepárese unas churrascas al rescoldo con quesillo y mate y sírvale a la señora”. Y... que ni se le ocurriera a la Cecy decirle o insinuar algo. Tenía el arreador al lado, un lazo de tientos de vaca, que mamita si te daba un azote. Luego, le decía: “Deléitele el oído a señora con su canto”. Cecy tomaba la guitarra y cantaba, con resignación y tal vez...
Tuvieron una familia muy buena y honesta, porque a pesar de todo lo vivido Balsamino en el fondo eran bueno y amaba su familia; pero como él era tramposo pensaba que todos eran iguales. Las hija iban a la escuela de noche y él se disfrazaba para ir a controlarlas a la salida.
Balsamino y Teobaldo, su hijo mayor, cruzaban la cordillera para hacer sus negocios con paisanos del país trasandino.
En uno de esos viajes, Teobaldo conoce y se enamora de una de las hijas del comprador de su padre, la mimada Telma, a la que le promete una pronta visita y casamiento.
Teobaldo regresa muy enamorado, piensa la forma de volver a buscarla pero Balsamino no debía saber nada.
En complicidad con su hermano Orlando y convencido del amor de ambos, idea la huida de su casa.
Para no levantar sospechas una mañana como tantas otras, los hermanos comienzan su tarea, Balsamino salía más tarde. Teobaldo se despide de Orlando y, le dice: “No sabes nada de mí, solo que me fui”.
Teobaldo llega a Chile, busca a Telma, se vienen a Argentina. El casamiento legal fue como a los 20 años de convivencia y, de esa unión –que según Teobaldo, Telma se enamoró de las bombachas, la rastra y las botas del gaucho argentino– nacimos ocho hermanos, cuatro varones y cuatro mujeres.
Una de ellas soy yo, Norma.

4 comentarios:

  1. Qué historia! De armas llevar esos hombres! Ahora entiendo de dónde sale tu fortaleza frente a la vida. Me encanto. Ana María.

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  2. Pobre Cecy... Resignada ella. Un granuja el marido. Mucho color local. Me encantó tu relato
    Susana Olivera

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  3. Que bella historia Carmen, una época dura de machismo absolutista, donde el hombre era amo y señor, la mujer y los hijos eran gente de segunda y debían resignarse a los caprichos del Macho y señor de la casa.
    Por suerte eso cambió.
    Un abrazo.

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  4. Todo buen cuento que se jacte de tal, tiene un final inesperado. El tuyo me resorprendió y más "porque no es un cuento". Bello relato de tu vida! Carmen

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