Por Norma Pagani
Cuando leí el poema de Borges “Las cosas”, vinieron a mi
mente las copas de licor que heredé de mi suegra.
Me puse a pensar en los años que llevan en la familia.
Llegaron al campo “Don Juan” en Cañada Seca, días previos al
casamiento de Beatriz y Clemente, el 18 de junio de 1936. Venían prolijamente
embaladas en una caja de madera; en otra, el juego de platos con motivos
japoneses y el servicio de café negro de porcelana.
Al vivir en la casa paterna, no tuvieron necesidad de
usarlas y quedaron como llegaron hasta 1954, cuando Clemente, mi suegro, con su
nueva esposa e hijo se instalaron en el pueblo para enviar al niño a la
escuela, ya que Beatriz enfermo gravemente y a los cuatro años de casada falleció.
Clemente paso varios años solo hasta que rehízo nuevamente su vida.
Lorenza usaba esa vajilla y la lucia orgullosa ante sus
visitas. Siempre ponía un mantel blanco bordado en punto cruz con pavos reales
y flores rosas, que según ella encontró sin terminar, en el baúl que había
traído Beatriz con su ajuar.
En una oportunidad
que se lo pedí para una comunión me lo regalo y yo lo atesore con gusto hasta
que varios años después, se lo di a mi hija Andrea, pidiéndole que lo
conservara con mucho amor.
Cierto día, mi suegro me contó que toda esa losa era regalo
de su primer matrimonio. Me quedé anonadada. Nunca lo hubiera imaginado. Mi
suegra nunca lo menciono. Ambos fallecieron y hoy el juego está en mi casa de
Rosario. Este año rompí dos. Eran seis. Una conserva su pie pegado.
Como me encanta imaginar historias se me ocurrió pensar en
que nunca fueron usadas por su verdadera dueña, que los hijos que no tuvo no
pudieron sostenerlas, que quizá nunca se le ocurrió que caerían en otras manos,
cambiarían de lugar, durarían intactas muchos años. La imaginé feliz con su
esposo, tomando café con su tacita delicada y con la copita de licor en una
mano, mientras él le contaba sus actividades diarias. Una vida truncada que no
se dio.
Lo único que dejó
fueron sus cosas. Además de lo mencionado, una máquina de coser Singer, regalo
de sus padres cuando ella se casó. Está guardada en el garaje de mi casa del
pueblo, nadie la usa, a la espera de que se le ocurra a algún miembro de la
familia aprovechar su pie de hierro como soporte de un vidrio. También están
los muebles de dormitorio, usados por mis suegros y patinados, años después de
verde, por mi hija Verónica y que hoy están en mi casa, en una habitación de
huésped.
Este poema me llevo a
pensar en ella y reflexionar sobre estas palabras de Borges: “Todas estas cosas
están y nos sirven como tácitos esclavos, ciegos y extremadamente silenciosos.
Duraran más allá de nuestro olvido, no sabrán nunca que nos hemos ido.”
Beatriz vivió en este relato, porque yo siempre
sentí curiosidad por su historia y el olvido en que cayó al no tener
descendencia. Pensé en lo que me contaba mi suegro cuando su esposa no lo
escuchaba y en sus cosas que hoy yo, alguien que nació tantos años después, se
las cuida y disfruta.
Me gustó porque imaginé los objetos y lamenté la vida de Beatriz. Pero bueno, vos ahora podés disfrutar esas antigüedades. Y disfrutalas vos que conocés la historia. Cariños. Ana María.
ResponderEliminarTu comentario me hizo pensar que los regalos de bodas se guardaban. Mi madre archivó en un cajón los más hermosos y se usaban los de la abuela al vivir en la misma casa. Hoy nosotras disfrutamos antigüedades bellas y finas de la abuela y los juegos de platos y copas de mi madre. Claro que se usan en las fiestas! Bella historia del pasado la tuya. NORA NICOLAU
ResponderEliminarBorges nos ha hecho recordar montones de "cosas" con su poema. Qué destino el de Beatriz, partir tan joven dejando sus tesoros aotros que, afortunadamente,los aprecian y atesoran. Un recuerdo que me llena de ternura.
ResponderEliminarSusana Olivera
Norma, tal vez nunca imaginaste traer a tu presente y plasmar en un relato, tan tierno, el recuerdo de Beatriz. Borges, sus copas y tu sensibilidad lo han hecho posible. Ella te agradece seguro que no la hayas olvidado.
ResponderEliminar"Las cosas" dicho así friamente no tienen significado, pero si remontamos su historia nos cuentan momentos maravillosos que la mayoría ignora. Tu nos regalaste casi 80 años de historia en solo un par de simples objetos. "Las cosas"
ResponderEliminarMuy bello amiga. Un abrazo.