miércoles, 20 de mayo de 2015

Cine "Apolo"

Ofelia Alicia Sosa

A veces recuerdo las tardes de los domingos de invierno de mi niñez.
Yo vivía en una casa grande, de las comúnmente llamadas casas chorizo.
Estaba ubicada en la calle Necochea 1625, entre avenida Pellegrini y Montevideo.
Jardín, patios con enredaderas, macetones con calas, malvones y helechos. En el medio un gran pino azul, que en diciembre se transformaba en árbol de navideño.
Todos los domingos por la mañana, papá nos llevaba a las tres hermanas, a la plaza del parque Urquiza. Decía: “Vamos a tomar sol, mientras mamá cocina”.
Después, volvíamos para darnos el gran festín: pastas con estofado. Eran ravioles o tallarines hechos por mamá.
De entrada se comía el estofado, así se llamaba a la salsa que tenía carne y papas.
Luego el postre, que normalmente era flan casero con dulce de leche o arroz con leche y canela. Después una siesta. Luego, nos levantábamos para bañarnos y vestirnos para ir al cine.
El famoso cine “Apolo”, cine de mi barrio.
Recuerdo una tarde en especial. Habíamos ido como siempre con mi mamá, y una gran bolsa de facturas para la merienda de los intervalos, que eran dos, porque daban tres películas. La gente en general llevaba su merienda, ya que se entraba de día y se salía de noche. 
Año 1963, mis hermanas tenían 17,12, y yo 10 añitos.
Fue una tarde muy divertida. A mi hermana del medio se le ocurrió contar cuántos vecinos había.
Mira decíamos asombradas y sin poder contener la risa. Allá está el carnicero con la señora… la farmacéutica… Somaschini, el profesor de canto. ¡Mira, mira los albañiles! Cuando nos dimos cuenta estaba el barrio entero.
El verdulero; Tamberito, como le decíamos al lechero que nos llevaba la leche a la puerta de casa y la vendía suelta.
Todo el mundo con su familia. Hasta estaba María, que curaba el empacho y el dolor de cabeza.

Luego, volvíamos a casa y, mientras cenábamos, le contábamos a papá las tres películas, que soportaba estoicamente ya que él no iba al cine porque no le gustaba.

2 comentarios:

  1. Muy lindo relato. Me encantaron las descripciones de las antiguas costumbres tan familiares. Cariños. Ana María.

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  2. Los mediodías domingueros con pastas y estofado... La plaza con papá y el cine con mamá...Hermoso tu recuerdo. Cariños
    Susana

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