Teresita
Giuliano
Aprendí a leer a muy corta edad, gracias a una
vecina llamada María Inés, unos años mayor que yo, que jugaba a la maestra
conmigo.
Sus papás tenían un almacén y guardaban la
mercadería en un depósito que también utilizábamos para jugar. En una pequeña
mesa abarrotada de cajas y frascos de mercaderías nos instalábamos las tardes
de invierno.
Allí, María Inés se convertía en “la señorita”
y yo en la obediente alumna. Haciendo gala de una creatividad envidiable,
debido a la falta de recursos, ya que solo contábamos con papeles y algún
lápiz, María Inés aprovechaba lo que tenía a mano… los envases de los alimentos
que se vendían en el almacén.
Cómo olvidarme de la “z” que encontrábamos en
la palabra “arroz”, de la “s” de “sal” y también la “f” de “fina”; y, así, con
todas las letras en todos los tamaños, colores y combinaciones que solo se
pueden encontrar… ¡en el depósito de un almacén!.
María Inés era muy rigurosa y me exigía una
correcta pronunciación de las letras, así que cuando llegamos a la “k” extrajo
con una sonrisa de hallazgo la caja de los cubos para sopa “Knorr Suiza”.
No cualquier alumno principiante hubiera sido
capaz de pronunciar esa “k” inicial, pero tampoco cualquier maestro avezado
hubiera sido capaz de enseñarla con tal ahínco y dedicación como esa niña con
unos pocos años más que yo, que jugaba a ser maestra.
De más está decir que aprendí a leer y
pronunciar perfectamente antes de escolarizarme, siendo el asombro de mis
maestras cuando, una vez iniciada la escuela, lo descubrieron; pero esa es otra
historia.
Después, María Inés fue grande y ya no jugamos
más. Se casó y se fue del pueblo.
Hoy que estoy buceando en mis recuerdos, me
gustaría verla para decirle: “¡Gracias, señorita María Inés!”.
Seguramente, María Inés inició su vocación de maestra con vos. Qué buen recuerdo. Yo creo que todos alguna vez jugamos a la maestra...
ResponderEliminarHermoso
Susana
Me encantó, creo que con el ingenio de antaño y sin tantos juguetes o recursos, se lograban muy buenos resultados.Cariños. Ana María.
ResponderEliminarUna niña con vocación, un ejemplo a seguir, válido para muchos docentes actuales. Un cálido recuerdo. Me encantó.
ResponderEliminarOfelia
Teresita!!! Muchísima emoción al leer tus palabras! Maria Ines es mi mamá!! Nos emocionamos hasta las lágrimas!! Muchas gracias por tan hermoso recuerdo.... Gracias de corazón! Nos gustaría saber de vos...
ResponderEliminarLorena.