Juan José
Mocciaro
El indio creado en los talleres ferroviarios |
Lo tomaba a la llegada para contrarrestar el frío de la seis
de la mañana y en los 45 minutos de descanso. Era el momento de los temas más
filosos: futbol y mujeres.
Había sociedades creadas para tomar la tachada en grupo. Ahí el tarro era otra medida más grande, pero
solían durar muy poco esos grupos. El fracaso se debía a que uno no quería ir a
buscar el agua cuando le tocaba su turno, el otro se olvidaba de traer la yerba
y el azúcar, todo eso era motivo de discordia y enemistades.
Tachadas de
grandes dimensiones son la que hacen las cuadrillas de vías y obras, que
trabajan a la vera de las vías, con una zorra que los traslada al lugar de
trabajo con palas, picos y barretas, a la hora del descanso y siempre al aire
libre. Es un deleite esa verde infusión acompañada por un pedazo de pan.
Los que estaban en condición de jubilarse por su edad
avanzada contaban que, en la época en que los ferrocarriles estaban a cargo de
los ingleses, al tiempo de estar en nuestras tierras, más de uno de ellos cambió
el tradicional té por la yerba mate.
Otros elementos que “salieron” de los talleres eran las
placas recordatorias para los fieles difuntos que están debajo de la loza fría
de los cementerios. Ahí están enclavadas en tumbas y panteones, inconfundibles
por su elaboración, realizadas de bronce y pulidas por las hábiles manos
ferroviarias. También en los hogares se guarda como de colección ceniceros y el
indio con la lanza.
El original "chorizo al caño" |
¡Era un verdadero crimen perfecto!
Siempre está el ingenio... Muy bueno eso del caño para hacerse un choricito. Buen recuerdo tuyo del ferrocarril.
ResponderEliminarJuan José, me encantó cuando lo leiste vos y más cuando lo he leído yo. Ja..Ja... El Profe. habrá cocinado los "chorizos al caño"?. Felicitaciones! Ana María.
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