Por Juan José Mocciaro
juanjosemocciaro@gmail.com
Era una mañana primaveral. Me
puse hacer los deberes, almorcé y mi madre me llevó a la Escuela Boneo, como
todos los días. Estaba en primer grado superior, turno tarde, tenía solo 8 años
y mi señorita era Lidia de la Torre, una maestra con los principios de
Sarmiento y una calidez que hoy sería un ejemplo a imitar.
En el primer recreo veo con
asombro a los curas, que normalmente vestían con la sotana negra y botones
hasta los pies estaban con traje negro y algunos con sombrero, que se iban
retirando por la puerta de calle Gorriti con valijas. Me quedé asombrado, nunca
los había visto así y nadie daba una explicación. Volvimos al aula y al rato
veo a mi madre en la puerta del aula donde la maestra me decía: “Mocciaro,
junte todo que lo vienen a buscar”. “¿Qué pasa?”. Mi madre me tomó de la mano, nos
fuimos y veía que llegaban más madres. Le pregunto por qué me había venidoa a
buscar y salió de su boca con una voz de preocupación y miedo: “Lo voltearon a
Perón “.
Hasta llegar a mi casa, que eran
apenas tres cuadras, en calle Vélez Sarsfield había gente corriendo Bulevar
Avellaneda y pasaban camiones con soldados. Llego a mi casa y veo a mi tío
(peronista) con lágrimas en los ojos y mi padre (radical) con una sonrisa
picaresca, parecían las máscaras que representan al teatro.
Mi tío estaba construyendo la
casa en la parte de adelante de la nuestra, tenía una pileta apagando cal y
empezamos a ver que la gente con baldes llenaban de cal y con una brocha iban
hasta la esquina de Avenida Alberdi y Vélez Sarsfield, donde estaba el almacén
La “Estrella”, de Calacho Ustarán y paraban los autos que eran todos negros y
le pintaban “Viva Perón”. Igualmente se lo escribieron a un tranvía que iba por
Avenida Alberdi hacía el norte. Nosotros estábamos asomados en la puerta, pero
de golpe se empieza a sentir un fuerte bullicio que venía desde refinería por
calle Vélez Sarsfield y eran un grupo bastante importante de hombres y mujeres
que gritaban: “La vida por Perón” con fotos de él. Al instante y ante de llegar
a Bulevar Avellaneda llega un camión de soldados y los dispersan con tiros,
calculo que al aire. Ahí nomás mi madre me entró a casa.
A pesar de la edad que tenía, mantengo vivo el
recuerdo de ese día tan agitado.
No sé si llegó el anterior, pero te decía que era muy lindo tu relato, por el lugar en el que te ubicabas , no sé si todos somos capaces de volver a mirar como niños. Cariños. Ana María.
ResponderEliminarJuan Jose, hoy vemos la historia que nos tuvo inmersos en un tiempo que no comprendíamos, cual viajeros del tiempo en podemos contar a quienes no tienen referencias de como fue.
ResponderEliminarExcelente relato.
Juan Jose. es cierto que nos tocó compartir una parte muy cruel de nuestra historia. Ese día que vos recordás, yo lo evoco de manera muy parecida, y fue el principio de una noche larga y oscura. Gracias a Dios y a pesar de que no compartamos con los gobiernos muchas cosas, hoy brilla el sol. CARMEN G.
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