Por Stella Costanzo
Las imágenes surgen nítidas: el
camino de entrada al pueblo, donde el silencio se agudiza y da paso a los
sonidos inconfundibles de la naturaleza, de su gente que despierta al nuevo día;
y, mientras recorro ese trayecto hacia vos, la fotografía intacta de tu fachada
me devuelve la sencillez, la humildad y el cariño del recibimiento de aquella
primera vez en que entré a “tu lugar” con la timidez de tantas palpitaciones y
muchas expectativas.
Cada aula, cada lugar, cada rincón,
cada baldosa, llenó mi alma de tal forma que atesoré los abrazos recibidos, los
besos, los saludos de mis alumnos, de sus padres, de los vecinos; porque uno
sabe que el tiempo es inexorable, pero en algún momento se puede cruzar
Tacuarita o la Milonguita, María Alejandra, ahora con una sonrisa, el
guardapolvo blanco impecable de Chazarreta., de las más tímidas, las más
vergonzosas, las contestadoras, que las había, je je; los tranquilos, los
traviesos, los que no se querían quedar. La lista sería interminable y más aún
si le sumamos las anécdotas.
La Escuelita es “todo”. Es su
gente, su personal, su edificio, que vio transitar generación tras generación a
sus hijos. Es la identidad de su pueblo, es el grupo de alumnos que año tras
año la colma de risas, de llantos, de gritos, palabras, juegos, de valores, de
lucha, de amor.
Aquí aprendí a enseñar a leer y
escribir, a que los números se mezclaran para jugar, a comprometerme, a afirmar
mi vocación por la calidez de su gente, el apoyo de los padres y ¡la
participación de todos!
Más que palabras son pinceladas
que salieron de una paleta de muchos colores de la década del 70, como una película
que fue salpicando un lienzo, que alcanza para dar brillo a uno de esos
recuerdos que inexplicablemente siguen presentes, día a día, en nuestras vidas.
¡No cambies Escuela nº 123!
El destino nos lleva por diferentes caminos, donde se suman recuerdos y personajes que dejaron huellas en nuestra vida.
ResponderEliminarQue hermoso recuerdo Stella.