Por Luis A. Molina
Comenzaban los años sesenta, un
nuevo artilugio aparecía en la ciudad. Al pasar por la esquina de Córdoba y
Dorrego, me llamó la atención. Lo estaban instalando.
Para quienes vivíamos en aquella
época, más que novedad resultaba algo extraño, dado que no teníamos referencias
del mismo. Alguien los había visto en la capital, donde el tránsito era mayor
que aquí. No hacía tanto tiempo que calle Córdoba había pasado a ser de una
sola mano desde Bulevar Oroño hacia el centro. Quedaba aún la garita del
policía que dirigía el transito con sus mangas blancas y un pito, emplazada en
el centro del cruce de ambas avenidas. Córdoba a pesar de su estrechez era
avenida y llegaba como tal al río.
El aparato constaba de unos spots parecidos a un tarro de duraznos solo que un poco más grandes, los habían
colocado en dos columnas redondas en pares, el ciclo para aquella ciudad de no
tanto vehículos era corto, no recuerdo cuanto duró su vida útil pero imagino
que no fue tan larga.
Casualmente visitaba la ciudad el
presidente italiano, Giovanni Gronchi, no faltó quien especulara que venía a su
inauguración, tal era la novedad de aquel signo de progreso. Claro, ahora había
que comprender su uso y ya desde aquella fecha la gente le perdió el respeto.
Recuerdo aquel par de luces un
roja y otra verde, era el primer semáforo de la ciudad…
Paradójicamente a pesar de haber
sido emplazado como una esquina de alto tránsito hoy no existe ninguno en ella.
cuantos recuerdos ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ muy buen relato,,,,,,,,,,,,,,,,,,
ResponderEliminarGracias Juan, pero me parece que soy muy viejo,nadie sabía cuando pasó...
EliminarEn fin...
Un abrazo.
Gracias Luis por informar, calculo que muchos como yo no lo recuerdan o no lo saben.Buenísimo !!!! Cariñossssssss
ResponderEliminarGracias amiga, la casualidad quiso que estuviera en ese momento para poder hoy recordarlo.
EliminarUn abrazo.