Por Susana O.
—Es la primera vez que alguien me
dice eso y tengo cincuenta años. Vos sos tan jovencita… Con tus dieciséis años…
¿Y me hablás de injusticia?
—Bueno, tía Agueda. Yo te quiero
un montón, pero estamos en 1953. Vos tenés derecho también a tener tus amigos,
a salir, a irte de vacaciones, por sobre todas las cosas, ¡a descansar!
—No seas tonta, nena. Yo
descanso. Sin ir más lejos ahora estamos las dos charlando, sentadas acá en el
living y son las dos de la tarde; mientras que las chicas están trabajando. Yo
descanso; estoy descansando.
—Vos no me querés entender, tía
Agueda… A ver, ¿qué pasa si te invito esta tarde al cine? Están dando
“Mujercitas” en el Palace. Yo leí el libro y es hermoso. ¿Te animás?
—Y… no, no… ¿Cómo te parece que
voy a salir hoy, jueves? Tengo que ir al mercado, es día de mercado. Además,
esta mañana saqué las sábanas y están en remojo. Tengo que lavarlas antes de ir
al mercado, ponerle azul y cuando se sequen, plancharlas con almidón… Y a las
seis llega Isabel de la escuela y yo tengo que esperarla con el té. Llega tan
cansada… Vos sabés que ser directora de la Pestalozzi le exige un montón de
reuniones de trabajo, actas, observaciones de las clases de las maestras,
pobre… También disgustos… Acá, en casa tiene que encontrar paz, tranquilidad…
poder reposar. Yo la espero con las chinelas porque tiene que estar todo el día
de pie… Y seguramente, trae el guardapolvo sucio y vos sabés que la directora
tiene que estar impecable así que lo voy a lavar… Además…
—Tía, mi querida tía… Tenés
derecho a ser feliz a… tantas cosas…
—Nena, yo soy feliz. Soy feliz
acá, en casa. Yo soy la mano derecha de la abuela. Ellas son mis hermanas, mi
mamá, mi familia, yo no necesito más…También, están todos ustedes, chiquilines
tontos. Mirá, ya hice la torta de limón para el té; sé que a vos te gusta y a
tus hermanos también. Ustedes son mi familia, yo los quiero a todos y soy feliz
si les gusta lo que cocino, lo que hago para que todo esté listo en la casa…
—Tía Agueda, ¿te acordás cuando
me hacías las labores para la escuela? Como odiaba tener que hacer carpetitas
bordadas en punto cruz o tejer bufandas larguísimas en punto arroz… Tía,
siempre ahí, siempre presente, con tu afecto callado, con tus manos sabias. Tu
alegría cuando me felicitaban por las labores que me habías hecho vos… Tu letra
redondita que la despatarrabas para hacerla parecida a la mía y así hacerme la
tarea… ¿Por qué vos no sos maestra como las otras tías o como mi mamá?
—Ay, porque es así. Se te ocurre
cada cosa. Pero, mirá, ya son casi las cuatro y…
—¿Ves lo que te digo? Que estás
siempre trabajando…
—Nena, basta. Es así porque
alguien tiene que hacer las cosas, mamá está grande, achacosa y las chicas
trabajan todas en las escuelas y están muy cansadas cuando llegan. Mientras yo
estoy tranquilamente en casa…
—Vamos… tranquilamente haciendo
compras, lavando y planchando la ropa de todo el mundo, cocinando…
—Bueno, ya estarán por llegar las
chicas, así que voy a preparar el té. ¿Me acompañás?
—Sí, tía… sí… yo te ayudo… Te
pongo la mesa… ¿Usamos la vajilla azul hoy que estamos todos? Sí… la vajilla
azul…
(*) En este relato, Susana recrea diálogos familiares.
Como ha cambiado todo, aquellas mujeres que se sentían indispensables y su única razón de vida era servir, sin ser reconocida su labor, donde sólo el hombre tenía derechos por ser el "señor" de la casa.
ResponderEliminarPor suerte se ha revertido y la mayoría de las mujeres ocupa su lugar.
Excelente relato.
Un abrazo.
HOLA LUIS. Gracias por tu comentario. Según mi recuerdo, la tía Agueda estaba conforme con su destino, disfrutaba lo que hacía y se sentía a gusto y amada. Era soltera; había rechazado a un novio que tuvo sin que hubiera aparentemente una razón muy clara. Efectivamente, se ha revertido esa situación: hoy la mujer labra su propio destino, es decifr, elige. Creo que la tía también eligió.
EliminarEn pocas palabras, podría decir que "La tía", es como el personaje de Tita, como En agua para chocolate. Hermoso y triste a la vez. Felicitaciones. Ana María.
ResponderEliminarEn algunos aspectos: Sólo que ella no quiso luchar contra su destino; lo aceptó y hasta creo que lo disfrutaba. Rechazó a un novio que tuvo y no buscó realizarse en ningún otro aspecto que no fuera su labor para lafamilia.
ResponderEliminarCariños