Por María Julia Rivas
Si esperan un relato alegre, se equivocaron. Mi historia
transcurre hace 60 años. Éramos de clase media, vivíamos en calle Salta y Lagos.
Mis padres decidieron mandarme al colegio la santa unión de los sagrados corazones,
que se encontraba en la esquina de mi casa, todo en minúscula, porque todo fue negativo, desde las monjas hasta los maestros. Una, porque no se
merece otro nombre, puso mi nombre en el pizarrón diciendo que no entendía, no
estudiaba, todas frases terribles hacia mi persona. Además, me mandaban a
estudiar piano a ese colegio. La maestra era una monja que me pegaba con una
varilla en las manos.
Además, existían las vocaciones sacerdotales, que era
dinero que había que poner y se publicaba quienes ponían poco o mucho. Diría
una palabra muy actual: discriminaban. Había alumnas con mucha plata, que
llegaban con chofer. Terrible. Por eso, eso las monjas hacían las diferencias. Era
el poder del dinero.
Ahora les
cuento lo positivo, todos los días nos daban un pebete el cual recuerdo con
placer. Era tan rico su sabor y qué feo, ¿no?, que sea lo único positivo. Esta
es mi historia negativa de la escuela primaria.
Que bueno Maria Julia, por tu coraje al atreverte a contar tu experiencia.
ResponderEliminarMaria Rosa Fraerman
Es verdad, muy negativo ese recuerdo, yo recuerdo a las monjas cuando eran las enfermeras de hospital Centenario, eran terribles y guardo de ellas un mal recuerdo.
ResponderEliminarHistoria dura, pero sincera, realmente eres una persona de coraje que te atreves a decir lo que mucho callamos. Felicitaciones
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