Por Paquita Pascual
Así escuché la imperativa voz del
abuelo aquella noche de invierno de mil novecientos treinta y…. mientras a la
luz de una vela yo ayudaba a la tía Pepa a limpiar las lentejas que comeríamos
al día siguiente.
La tía Pepa levantó la cabeza y
mirando al abuelo dijo: “No haga usted eso, padre. A ver si esta noche tenemos
jaleo”.
El abuelo terminó de liar su
cigarrillo, y pegándole una pitada dijo: “ Que va. Ya he leído yo la prensa
esta mañana y parece que los aliados están corriendo al enemigo hacia el norte”
y diciendo “hasta mañana” se retiró a su cuarto.
La tía Pepa puso las lentejas en
un cuenco que llenó de agua, limpio la mesa con un estropajo, y secándose las
manos con el delantal dijo: “Bueno, vamos a dormir, que mañana será otro día”.
Mi hermana la menor ya dormía hacía rato.
No sé el tiempo que había pasado,
cuando el sonar de la sirena y la voz de la tía gritando “padre, padre
levántese” me despertaron.
Por suerte, la tía y nosotras
hacía mucho que dormíamos vestidas, pues rara era la noche en que no teníamos
que salir corriendo hacia el refugio.
Pero el abuelo no encontraba su
ropa en la obscuridad, se había acostado en paños menores, corrimos los cuatro
en tropel hacia la puerta, donde ya los vecinos se atropellaban para ser los
primeros en llegar al refugio. El descontrol nos impedía hacerlo con
normalidad.
A veces no llegábamos todos pero
aquella noche sí y el abuelo, el primero; pero, claro, en paños menores…
Era el único. Todos éramos
obedientes con las órdenes impartidas.
Cuando todo terminaba volvíamos a
nuestros departamentos, si aún existían y si estábamos vivos…
Han pasado muchos años, pero aun
veo la figura de mi abuelo subiendo la escalera con su camiseta y calzoncillo
largo, que habían dejado de ser blancos.
Y escucho la voz de la tía Pepa diciendo “Hay
padre, padre, usted siempre es el mismo cabezón. ¡No sé cómo voy hacer yo para
blanquear esa muda!”.
Hermoso, muy tierno y conmovedor. Gracias por haber sobrevivido y poder contar estas maravillas. Cariños. Ana María.
ResponderEliminarPaquita me emociona y disfruto tus bellos relatos, gracias por compartirlo.
ResponderEliminarMaria Rosa Fraerman
Es la frescura de tu escritura que a pesar de la realidad vivida en esa época , me emociona , quizás por ser descendiente de madre y abuelos andaluces,Es un relato que muestra a través del humor, una etapa muy triste de España; la guerra civil, Muy bien logrado !!!!! Adelante !!!!!!! Me produce mucha alegría leer tus historias ( Mirta Capdevila López)
ResponderEliminarPaquita, desde que comenzamos este taller. disfruto de tus recuerdos y de la sencillez y la gracia con que los escribís, pero lo que más me subyuga es escucharlos leídos por esa voz, esa gracia y ese acento que a pesar del tiempo transcurrido conservás de tu España natal. ¡Adelante!!!! CARMENM G.
ResponderEliminarPaquita, ¿que podría agregar a los demás comentaros? Continua regalándonos estas vivencias insólitas para nosotros.
ResponderEliminarGracias...