Por María Rosa Fraerman
El canto del gallo anuncia el
comienzo de un nuevo día, y ese olorcito a café y pan caliente que mi abuela
preparó despierta los sentidos.
Mientras yo remoloneo en la cama,
escucho sus pasos lentos, es ella que me trae el desayuno. ¡Lo disfruto tanto!
Aún no me animo a levantarme, es
que ese aroma a solcito en las sábanas me invita a dormir un ratito más.
El jugueteo de las ramas contra
el vidrio me hace imaginar historias de fantasmas. Tengo miedo, pero el ruido
del carro del lechero sobre el empedrado me distrae. A lo lejos, se escucha el
silbato de la locomotora de vapor. Ya son las diez, tendré que levantarme.
Es hora del almuerzo, la cocina
se empaña de humos y olores, el fuego del brasero tiñe de intenso negro las
ollas de aluminio, la sopa de gallina ya está casi lista. Soy la primera en
sentarme a la mesa y volver a escuchar esas historias que mi abuela recuerda
una y otra vez.
Aprovecho la hora de la siesta
para hacer travesuras, el lugar ideal es el inmenso patio. Tengo prohibido
entrar al galpón de mi abuelo. ¿Qué habrá ahí dentro? Es muy tentador, no me
quedaré con las ganas de investigar. ¡Uuh, herramientas! Que aburrido. ¿Entrar
al gallinero será más divertido? Recogeré los huevos para que los prepare
pasados por agua. ¡Qué ricos!
El día llega a su fin. Mi abuela
dice que una tacita de leche caliente con miel es lo ideal y yo me duermo
abrazada a la almohada de plumas de ganso, esperando un nuevo día para
disfrutar junto a ella.
Qué hermosa descripción de sentidos, sensaciones y amor. Felicitaciones. Ana María.
ResponderEliminarGracias Ana Maria, con todos esas sensaciones y sentimientos recuerdo a mi abuela.
ResponderEliminarMaria Rosa Fraerman
Te leo y te siento tan niña que no puedo imaginarte como mujer madura.
ResponderEliminarSiempre llegas con tu romanticismo. Imagino el orgullo de tu abuela si te leyera.
Gracias Luis, siempre está presente esa niña, y soy yo la que está muy orgullosa de de haber tenido una abuela divina.
ResponderEliminarBellísimo Ma. Rosa, lo contás de una forma que es como si sintiera los aromas y ese aroma a sol que en mi caso está en mis recuerdos, porque ahora tiendo en el lavadaro del departamento.
ResponderEliminarEsos olores aún los percibo , están vivos en mi .
ResponderEliminarALICIA pronto tendrás todo el solcito para vos
Te quiero mucho amiga
Maria Rosa Fraerman
Me diste alegría. Mi abuela también me llevaba mates(no café) a la cama y me contaba historias. Bellísimo y gracias por traerme recuerdos dormidos.
ResponderEliminarMaría Rosa, en casa era tan parecido y lo disfruté tanto, que ahora que tengo mis nietos a almorzar en casa, jamás prendo el extractor, dejo que los aromas invadan mi cocina y ellos tratan de adivinar , olfateando desde que entran, qué comidita les preparó su abuela! CARMEN G.
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