martes, 13 de mayo de 2014

Tomás, mi padre

Por Ana Teresa Padovani
anatepadovani@hotmail.com

Había nacido en Campana, allá por 1911. Fue el menor de varios hermanos. Perdió a su mamá solo a los 11 años y su vida cambió para siempre. De él se hizo cargo su hermana mayor, que ya tenía tres hijos y lo crió como pudo.
Llegó a su juventud y era muy buen mozo. Ojos claros, cabello muy rubio, pinta de galán y él lo sabía.
Le tocó trabajar desde muy joven en lo que podía hasta que entró a una gran empresa, logrando ya algo más estable.
En ese momento llega el amor y forma su familia, cuando lo envían a San Lorenzo, a iniciar una nueva fábrica.
No fue alguien que se destacó en grandes cosas. No hizo deportes. No escribió un libro. Quizá, y muy de vez en cuando, ganó algún partido de bochas. Era bastante orgulloso y, tal vez, el único sueño que tuvo fue ser una buena persona, buen padre, mejor esposo y lo logró.
Siempre me pregunté por qué de niña nunca pude decirle cuanto lo amaba... era esa época en que el amor se demostraba de otra manera.
Sus brazos siempre estaban abiertos, y en ellos encontraba la seguridad y la tranquilidad que otra cosa no me daba.
Trabajaba de turno. Cuando le tocaba de noche, esos días eran para mí noche de fiesta, pues se me permitía compartir con mamá la cama grande hasta que él llegara, generalmente, a las cuatro de la mañana.
Cierro los ojos y lo veo tomándome en sus brazos y medio dormida me llevaba a mi cama y yo me acurrucada en ellos. Recibía ese beso de las “buenas noches”, mientras sentía fuerte su cariño.
Me enseñó a crecer, alegre, amable, agradecida. La vida que soñaba para mí era simple...
Sé que no era perfecto...pero siempre fue honesto...y perfectible.
Sí fue un gran educador y eso me sirvió para toda mi vida.
Con los años y con la llegada de sus nietos, cada vez se ponía más tierno. Creo que el amor a ellos lo superaba.
Se fue como había vivido, rodeado del afecto de sus amigos y sobre todo de su familia, que tanto amaba y por la que vivió...dejándolo todo en orden..
Al pensar en él, esbozo una sonrisa, sobre todo cuando veo que todos sus nietos y algunos bisnietos llevan su nombre: Tomás.

Entonces, solo puedo decirle: ¡Gracias!



2 comentarios:

  1. Qué suerte Ana, por tener un papá que te dejó un capital tan importante !!! Te dejó humildad, fortaleza y elevados valores,
    Todo eso se puede percibir ante tu presencia. Hay recuerdos del pasado que merecen traerlos al presente. Gracias. Ofelia.

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  2. Nunca nos enseñaron a ser padres, pero aprendimos del amor y el recuerdo que nos dejaron...
    Hermoso homenaje a quien supo darte ese amor que hoy merecidamente agradeces.
    Un abrazo.

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