Por Nora Nicolau (1939)
El año pasado, en el segundo
cuatrimestre, en este ámbito de la Universidad de Adultos Mayores, fuimos
invitados a un curso de Astronomía Cultural.
Apenas entraba la noche, en la
terraza del edificio, con gran esfuerzo del profesor en armar y desarmar el
telescopio, pudimos observar la Luna y los anillos de Saturno, además de
aprender las constelaciones y contemplar la noche estrellada.
Varias veces yo había asistido al
Observatorio Astronómico Municipal, que se encuentra en el Parque Urquiza, y
estas observaciones siempre me recordaron aquella primera vez que mis ojos
contemplaron algo del Universo. Transcurría el año 1951, cuando cursaba sexto
grado en la Escuela Provincial Nº 90, el último año de la escuela primaria en
esa época. La maestra organizó una visita al pequeño Observatorio, que tenía el
astrónomo Victorio Capolongo en el Parque de la Ancianidad (así se llamaba el
actual Parque Urquiza). Habíamos estudiado en clase el Sol, la Luna, los
planetas…
Una noche, con los permisos
reglamentarios de nuestros padres y de la Dirección de la escuela, con nuestra
maestra y algunos compañeros partimos en un largo viaje en tranvía y caminando
algunas cuadras más llegamos al oscuro parque. En medio de la arboleda se veía
una pequeña casilla de madera, iluminada. El profesor Capolongo solo, nos
esperó y orientó la observación explicándonos las constelaciones y la Vía
Láctea que nos deslumbró. ¡Cuántos comentarios al regreso y cuántos comentarios
al día siguiente en la escuela!
En nuestras casas, también;
porque los adultos no conocían ese lugar que recién, tal vez, se estaba
instalando. El proyecto de construcción del Observatorio comenzó en 1958 a
pedido del intendente Luis Carballo. En 1961, se adquirió el primer telescopio
y fue inaugurado el 18 de junio de 1970, nombrándose director del mismo al
profesor Victorio Capolongo. Hoy, es el segundo Complejo Astronómico en el país
y se conserva el refractor Cooke de 1912 con que comenzó Capolongo.
Desde entonces, me interesa la
Astronomía. Me entusiasmó la carrera astronáutica entre EEUU y Rusia con el
lanzamiento de los primeros Sputniks. Disfruté el alunizaje del hombre en la
Luna el 20 de julio de 1969. Colecciono los artículos que aparecen en los
periódicos sobre las noticias de los avances que se van produciendo y… ahora me
anotaría para ir a Marte.
Con apenas once años ¿qué habría
imaginado ver? No recuerdo. Sé que desde entonces la inmensidad del espacio
interestelar, la observación del Cosmos, produce en mí la presencia de una
infinitud que estremece la pequeñez de mi ser.
¿Tal vez tendría que haber sido
astronauta?
Excelente Nora, leer tu artículo me causó la misma emoción que cuando lo leíste en clase. Además de ser un hecho que nadie conoce de nuestra ciudad.
ResponderEliminarGracias . Un abrazo.
Nora, yo tuve el placer de conocer a Víctor Capolongo mientras trabajaba en la Biblioteca Vigil. Un científico, un gran estudiosa y una bella persona. Mi relación con el espacio se reduce a "mirar la luna" buscar las constelaciones, las tres marías, la cruz del sur..., por supuesto desde la terraza de mi casa y la sensación que me produce esa inmensidad, a veces surcada por uno que otro satélite, es parecida a la tuya! ¡Hermoso recuerdo!! CARMEN G.
ResponderEliminar